lunes, 16 de julio de 2012

Capitulo 43. Aqui estoy pidiéndote otra oportunidad, más.

Karen: Irene, ¿Estás preparada?
Irene: No, déjame, no voy.
Karen: ¿Cómo no vas a ir al entierro cariño?
Irene: Mamá que estoy muy mal.
Karen: Y yo, pero es su último adiós.
Se abrió la puerta donde Irene llevaba ya más de 12 horas metida sin dar señales.
Karen le abrazo muy fuerte y la acompaño hasta donde estaba su hermano.
Adam: Tú que fuiste la ultima en hablar con él, ¿Qué te dijo?
Irene: Muchas cosas, pero es que se veía venir, y no me di cuenta.
Adam: No es culpa tuya, él estaba harto. Sufría por él mismo y por nosotros.
Irene: Es que no es justo, mierda de vida.
Adam: Pues si es una mierda, pero como dicen todos, mejor así, no queremos que sufra.
Irene: Eso si, pero ya no lo veremos más.
Adam: Tu deberías de estar feliz, que vas a ser madre.
Irene: No, porque me recuerda a Ibi, y eso es otro problema.
Adam: Todo tiene solución menos la muerte.
Irene: Pues me parece que estoy muerta, porque yo no tengo solución.
Adam: Deja de decir tonterías pequeña, aquí me tienes para todo. – le dio beso en la frente
Irene: Te quiero. –Se abrazó a él.
Karen: Cariño, ha venido alguien a verte.
Irene se giró y comprobó que era María.
Se abrazo a ella como nunca antes lo había hecho.
Irene Lo siento, lo siento, lo siento y mil millones de veces lo siento.
María: Estas perdonada, sabes que me ha costado mucho estar sin ti estos días.
Irene miraba la puerta por la que había entrado María, quizás porque tenía algúna minima esperanza e ilusión de que Ibi también entrara por ella, pero eso no ocurrió, María e Irene se fueron para el cementerio, y allí paso las horas peores de su vida.
María: Sé todo lo que ha pasado, y tengo que decirte que siento haberte dicho todo eso, pero no me hacias caso.
Irene: Soy una gilipollas, y ahora lo he perdido todo.
María: Me tienes a mí.
Irene: Tengo que decirte algo… -Dijo con millones de lagrimas a punto de salir.
María: Antes tengo que decirte que Ibi, ha pasado ya de todo esto.
Irene: ¿No hay vuelta atrás no?
María: No.
Y salieron todas, las lagrimas que contenia.
Irene: María, que estoy embarazada.
Decía entre llantos y abrazos.
María: ¿QUÉ?
Irene: Creo que dos meses.
María: ¿Segura?
Irene: Segurisima.
María: Lo siento.
Irene: Te quiero pedir un favor.
María: Lo que quieras.
Irene: Recoge mi ropa y mis cosas y me las mandas, me vengo a vivir aquí, le prometí a mi padre, que iba cuidar de mi familia.
Los ojos de María estaban vidriosos.
Irene: No puedo permitir que él se entere, y menos que reclame algo.
María: Creo que deberías de decírselo.
Irene: No, él ha pasado, y yo te juro que pasare de esto que hemos ttenido.
María: Irene, eso es un poco..
Irene: No, si tu estuvieras donde estoy yo, lo haría, por ti y por el hijo que esperas.
María: La verdad que la respuesta que me dio Ibi, no me la esperaba porque antes había estado muy mal, pero algo le hizo un “clic”.
Irene: Ya esta dejemos el pasado en su sitio.
Karen se acercó.
Irene: Hola mamá.
Karen: ¿Cómo estás?
Irene: Muy mal.
Karen: Esta mañana pedí cita para la ginecóloga, hay que ver como está el bebé.
Irene: Vale.
María: Voy al servicio, ¿Dónde está?
Karen: Te acompaño.

Irene.

Necesito tranquilad, y mucho descanso, y dejar mis ideas claras.
Me voy a ir donde siempre, necesito paz.
Irene: Mamá, ahora vengo.
Karen: ¿Dónde vas?
María: ¿Te acompaño?
Irene: Necesito estar sola, no tardaré mucho.
María: Ten cuidado.

Irene.
Salí de allí, sin ganas de nada, tan solo de llorar, supongo que asi es la vida, unos vienen y otros se van, mientras que lloras se pasa el tiempo y se supone que te relajas.
Pero yo quiero mi vida de antes, todo era bonito, todo perfecto, pero tan sólo era un espejismo, lo
peor ha pasado, porque no soportaría más cosas malas. Si al menos supiera que tengo alguna posibilidad,
creo que cuando vi a María tenía esperanza de que él viniera y me apoyará en los momentos tan
duros por los que estoy pasando pero, después de hablar con ella se podría decir que me he
enfadado con él por nada, cuando en verdad lo único malo que ha hecho es haberme dejado sola
en este momento, ya no pido que fuera venido como un novio, sino como m amigo, él que ha
sido durante casi toda mi vida.

Irene: En realidad, él no sabe aun lo que yo lo quiero, ya que él amor no se puede demostrar con palabras. Es que siendo como es él es suficiente, él ilumina mi mundo como nadie.

Desde que salí del cementerio sin darme cuenta de a donde iba llegue a mi sitio de siempre, a mi lugar de descanso, me senté en el suelo, mirando al horizonte, donde se podía ver todo el barrio.
Cerré los ojos y lloré todo lo que mi corazón quería, no podía parar, mi vida se había torcido en una semana, la suerte no estaba de mi lado.
Irene: Le necesito aquí y ahora, me hace sentir débil, congelada y sin poder respirar.
Irene: Le quiero, le quiero mucho, y ya no está.
Mis lágrimas seguían saliendo, sin control alguno, en cierto modo mi cuerpo quería eso.
Mi padre no vería a su primer nieto, ni su bautizo ni nada, y quizás eso es lo peor, Adam tenía razón tengo que sonreír, voy a tener a un bebe precioso y su abuelo estará siempre con él.
Irene: Ibi…
Una gota cayó en mi cabeza, así que me levante y estaba decidida a irme, cuando me giré.

Ibi: ¿Podríamos caer una vez más, no? –Dijo mientras se secaba las lagrimas.

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